Siete jóvenes artistas locales se expresan a través de la fotografía en el Condestable

La exposición «guest star», comisariada por paco polán, estará hasta el 10 de diciembre

Incluye obras de Lorea Alfaro, Iranzu Antona, June Crespo, Taxio Ardanaz, Samuel Butrón, Elba Martínez y Iosu Zapata

Siete maneras de expresar el arte a través de un lenguaje común: la fotografía. Es lo que propone la exposición Guest Star, visitable hasta el 10 de diciembre en la Sala Gótica del Palacio del Condestable de Pamplona. Comisariada por el artista navarro Paco Polán, la muestra, que abre las actividades de celebración del 25º aniversario del Concurso Pamplona Jóvenes Artistas, acerca al público obras de Lorea Alfaro, Iranzu Antona, Taxio Ardanaz, Samuel Butrón, June Crespo, Elba Martínez y Iosu Zapata.

Todos son creadores locales, jóvenes y «muy intuitivos», según Paco Polán. Intuitivos porque parten de sus motivaciones y vivencias a la hora de mirarse hacia adentro o de mirar al mundo -o ambas cosas-. Y cuando miran lo hacen sin desvincularse de su sensibilidad de artistas. En su primera experiencia como comisario de exposición, Paco Polán ha entendido y respetado esa singularidad de cada creador y ha dejado que los protagonistas de la exposición «se representen a sí mismos» y den rienda suelta a su arte sin imponerles él una temática. «La exposición tenía que ser de fotografía, y lo que hice fue buscar un título que aunase todo: Guest Star (Estrella Invitada). Porque a esta exposición estamos todos invitados; a mí me ha invitado el Ayuntamiento y yo invito a los artistas», dice Polán, quien reconoce que a la hora de plantearse a qué artistas escoger prefirió optar por una exposición que no fuese extensa -«porque si haces una con 15 artistas y te dejas a alguien fuera, cometes un agravio comparativo», señaló ayer- y que estuviese hecha a su capricho. «He cogido a los artistas que me han gustado al primer golpe de vista, y he acertado», afirmó. Y dentro de aquellos artistas que le gustan, ha brindado la oportunidad de exponer «a los que no habían expuesto aún este año».

Iosu Zapata presenta dos impresiones murales digitales en blanco y negro sobre tela y pintadas al óleo con color. Son fotografías tomadas en el carnaval de Alsasua, una del propio artista y otra de una chica que estaba allí esa noche. June Crespo, por su parte, descubre al público sus Escanografías: un conjunto de imágenes de objetos escaneados. Fotografías realizadas sin cámara de fotos, que se presentan en una estructura de acero con imanes, con lo que los objetos aparecen suspendidos en un espacio indefinido y enriquecidos con los destellos y las refracciones que se reflejan en ellos al rebotar el haz del escáner.

 

Fuente: Diario de Noticias

Arte Canibal: Iosu Zapata. Por: Macías Berenguer.

Arte, rescátanos con tu imperiosa denuncia, permítenos ser nosotros mismos mientras nos atiborramos en este festín demencial. Déjanos una vez al día, una vez a la hora, una vez al minuto, no disfrutar de la pitanza. Humano hambriento, humano deshumanizado, humano caníbal, que el arte nos abra los ojos, nos otorgue la lucidez que les falta a los relojes, donde por fin somos individuos dotados de grandeza, brillo, frente a una masa idiota, cancerígena y voraz.

( Macías Berenguer Ivars)

¿Es legítimo hacer un arte cimentado en florituras, un arte llanamente estético, carente de un mensaje que vaya más allá de lo ornamental, un arte que sólo se ocupe de agasajar a los sentidos? Yo creo que debiera haber algo más y que en los tiempos que corren, el arte herramienta, llamémosle palabra o pincelada, se nos hace cada vez más necesario, ha de ser un imperativo. La vorágine del día a día, la deshumanización de la hora punta, la administración de la muerte a la que estamos sometidos, la insensibilidad con la que pasamos por el aro, caiga quien caiga, las veinticuatro horas meticulosamente divididas por algún monstruo etéreo del que formamos parte, son suficientes motivos para crear con mano dura, acusadora. Arte, rescátanos con tu imperiosa denuncia, permítenos ser nosotros mismos mientras nos atiborramos en este festín demencial. Déjanos una vez al día, una vez a la hora, una vez al minuto, no disfrutar de la pitanza. Humano hambriento, humano deshumanizado, humano caníbal, que el arte nos abra los ojos, nos otorgue la lucidez que les falta a los relojes, donde por fin somos individuos dotados de grandeza, brillo, frente a una masa idiota, cancerígena y voraz.

Reivindiquemos el arte de desmarcarnos por un instante de lo que pertenecemos, enarbolando chispas sin rebozo y aunque nos duela.

“El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia. El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre internacional, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro. Se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse con la eternidad. Toda memoria es subversiva, porque es diferente, y también todo proyecto de futuro. Se obliga al zombi a comer sin sal: la sal, peligrosa, podría despertarlo. El sistema encuentra su paradigma en la inmutable sociedad de las hormigas. Por eso se lleva mal con la historia de los hombres, por lo mucho que cambia. Y porque en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación.”

(Las venas abiertas de América Latina. Eduardo Galeano)

Canibalismo. La sociedad del bienestar no puede prescindir de las herramientas que en teoría dispensan confort, a la zaga de esta comodidad encallamos en falsas necesidades y transfiguramos a banal, las básicas. Así, lo que en teoría facilitaría nuestras vidas las esclaviza y las complica más, queriendo tender un puente de plata, nos precipitamos en los abismos del materialismo siendo nosotros mismos el corazón que sustenta este preciso engranaje. Parece tan absurdo el sentir la necesidad de tener un teléfono móvil última tecnología como un cacharro que quita los huesos al melocotón o unas cortinas eléctricas que no aguantarán ni dos asaltos. Sin embargo, la sociedad consumista y su ferviente empujón a la compra y venta, su engatusadora publicidad, hacen de hecho, que no podamos vivir sin estar rodeados de inutilidades. En el telediario a la hora de comer, se nos advierte de problemas existentes en otros lugares, no aquí, las calamidades ajenas sofocan la oriunda, apenas nos sentimos culpables, tras eructar, pedimos más. ¿Renunciaría usted a su coche, a su operación de aumento de pecho, a su apartamento, a sus vacaciones en Cancún para que otros pudieran subsistir? No hemos venido a remover las conciencias, o quizás sí.

Conocidos son los efectos de la violencia a gran escala que se ejerce para asegurar el “bienestar del sistema mundial capitalista” que devotamente tejemos, tejemos ciegamente, con la boca llena de nuestros semejantes, dejándonos ser devorados. Acabamos describiendo este resultado como una grandiosa victoria de la libertad y la democracia, ¡me duelen tanto las palabras manchadas de ambigüedad! Para pacificar tendrán que sacar la artillería pesada, para condenar el terrorismo, azuzarán a sus perros guardianes con carne fresca y para ser libre, tendré que pensar como ellos quieran, pisoteando al vecino si cabe. Sólo en el discurso público quedan bien los eslóganes idealistas, de beneficencia universal, de derechos humanos y altruismo, discurso obligado sí, pero inflado de palabras huecas, la verborrea estéril se enraíza en otros propósitos, perpetuando su simiente, tergiversando la realidad impuesta. Bla, bla, bla…

Las amenazas contra el sistema del mundo capitalista justifican el uso del terror para restaurar la “estabilidad”, entendiendo “estabilidad” como la seguridad para las clases altas y las grandes empresas, una minoría cuyo bienestar ha de protegerse. En la práctica, la democratización no es sino el proceso por el cual los países ricos, -papá estadounidense & company-, operan con “legítimos” conceptos de fuerza y no se dejan entorpecer por los ideales de unos cuantos millones de alborotadores que quieren vivir dignamente. Las hemorroides de un sistema que acabará devorado desde sus bases. El Neo-Imperialismo no ha querido “globalizar” justamente ni hacer de su filosofía algo sostenible. Nos acabaremos comiendo. Y eso atenta contra la moral que previamente hemos creado. Canibalismo.

Iosu Zapata, artista pamplonés, nos muestra con su sensibilidad un mundo herido, la indiferencia de la masa en estos vertiginosos tiempos que nos han tocado vivir, cuando se atisba un cambio inminente y nosotros, como especie, lo propiciamos de manera trascendental. Si para mal o bien… ¿Adónde lleva éste gran banquete, éste impío festín?

Dicen que en invierno cuando los erizos sienten frío buscan el calor corporal como haría cualquier mamífero, aunque las púas de éstos pueden llegar a ser un inconveniente. Recomiendan guardar las distancias para no pincharse los unos con los otros, así Iosu nos dirige con su obra pictórica unas preguntas como estocada: ¿Hasta dónde quieres llegar? ¿Puedes mantener la temperatura sin llegar a pincharte? Es importante por lo menos, ser consciente de que uno es partícipe en este circo que se encontró cuando vino al mundo. Para no pasar frío ni pincharse hay que guardar las distancias. Poner el límite es cosa nuestra, tener una vida coherente en pensamiento y acto también. Tratemos de no merendarnos al prójimo que nos da calor.

A través de esta perspectiva, Iosu nos expone a la condición humana en estado crudo, la actitud impasible, el acatamiento destructivo, la abominable naturalidad…Digamos que si escuece, cura y como consecuencia de este escozor, su obra pictórica enardece, hace reflexionar, quizás porque querríamos que alguien heredara las bellezas de este mundo, quizás porque ansiamos dar una oportunidad a la bondad del ser o quizás porque tenemos hambre, no de nuestros semejantes, sino de un arte comprometido, de arte cargado de futuro. Disfrutad de las imágenes.

*Se ha consultado El beneficio es lo que cuenta, Neoliberalismo y orden global, de Noam Chomsky, para la elaboración de este artículo.*